domingo, 20 de noviembre de 2011

Evaluación objetiva 2 ***

*** por Francisco Bengochea

Cuando sentimos miedo, tendemos a ver la realidad a través de un filtro que amplifica varias dimensiones del problema en cuestión. En otras palabras, tendemos a exagerar:

1. La PROBABILIDAD de que suceda el evento o eventos que tememos. En general, lo temido no es imposible que suceda, pero la probabilidad de que ocurra es exagerada por una mente en tensión.
2. La GRAVEDAD del suceso si llegara a producirse. Realmente las cosas malas suceden, pero la tendencia de la mente inquieta es a exagerar el alcance de los problemas.
3. La INDEFENSIÓN ante los eventos negativos cuando realmente se han producido y son de alguna importancia. Normalmente, no somos conscientes de nuestras propias posibilidades a la hora de encontrar una solución o de adaptarnos a las consecuencias de los problemas.

Para luchar contra la ansiedad, el camino es la evaluación objetiva de las circunstancias, que nos dará una nueva visión en la que los peligros sean calibrados en su justa medida.

El temor a que suceda algo negativo hay que concretarlo todo lo posible (aunque parezca que es mejor no pensar en ello), de manera que veamos con la mayor claridad posible el objeto de nuestros miedos. Entonces podremos analizarlos con objetividad y concretar en los tres factores en los que se producen sesgos negativos:

1. Qué probabilidad hay de que suceda lo temido; quizás esa probabilidad sea mínima y no valga la pena tenerla en cuenta, o sea algo compatible con una vida normal sin grandes preocupaciones.
2. Si se produjera lo que tememos, ¿realmente sería tan grave? ¿o es algo que podríamos tolerar sin grandes dificultades?
3. Los eventos graves, evidentemente, también se producen, pero ¿acaso no somos capaces como personas de sobreponernos y superar prácticamente cualquier contingencia? Muchas veces nos subestimamos a nosotros mismos, sobre todo si tendemos a olvidar las ocasiones en las que realmente supimos responder a los problemas.

Hay que tener siempre en cuenta un hecho fundamental: la cantidad de miedo o ansiedad no es necesariamente proporcional al peligro real, de hecho muchas veces hay una fuerte discordancia entre lo que realmente sucede y lo que pensamos que puede suceder.

Por último, recordar que el concepto “evaluación objetiva” no es solo aplicable a los trastornos de ansiedad o a la tensión que genera el miedo, sino que se puede aplicar también a otras emociones negativas, como la falta de autoestima (la terapia cognitiva es especialmente efectiva en la depresión), la frustración, el odio, y en general a todas aquellas emociones que se deriven de una interpretación errónea de la realidad (algo que resulta ser más frecuente de lo que podríamos pensar). Además, la objetividad no sólo sirve para eliminar emociones negativas; podemos elevar nuestro ánimo recordando hechos positivos (siempre respetando el principio de realismo, ya que los pensamientos positivos no realistas sólo son placenteros a corto plazo).