miércoles, 7 de octubre de 2009

Controlar las emociones

“Las mismas cosas que hacen que uno guste y sea aprobado por una persona, hacen que sea despreciado por otra. Intentar que todo el mundo le quiera sólo consigue que una persona sea menos interesante, más insegura y menos independiente. Es deseable que a uno le quieran […], pero no debería intentar que todo el mundo le quiera. Lo que sí debería hacer, en cambio, es buscar activamente a otras personas con intereses y valores similares, ya que se llevaría bien con ellas. Es mejor que invirtamos nuestra energía en seleccionar y cultivar a unos amigos verdaderos que intentar complacer a todo el mundo.”

“Es obvio que no es posible hacerlo todo bien; incluso es imposible ser perfecto de verdad en una sola cosa. […] Incluso uno que es reconocido por otros como el mejor el día de hoy en un área se siente continuamente ansioso respecto a la posibilidad de abandonar esta posición el día de mañana. […] Es mejor darse cuenta de que no somos, y no seremos, dioses. No podemos ser más que humanos y nadie, incluso nosotros, debería esperar que fuéramos otra cosa. Deberíamos luchar por conseguir logros y triunfos, pero deberíamos hacerlo en el sentido de hacer progresos, de aprender y de crecer al tiempo que vivimos. No seremos perfectos pero haremos lo que podamos e iremos mejorando a medida que avanzamos.”

“Hay pocas cosas que sean buenas o malas absolutamente. Hay cosas que hacen otras personas que nosotros no haríamos; cosas que hacen que nosotros consideramos inapropiadas o antisociales, y cosas que nos limitamos a desear que no hicieran. Y, sin embargo, esas personas no son, necesariamente, mala gente […]. Si analizamos el motivo de que hicieran algo, casi podemos esperar sus acciones. Si se equivocan (por lo menos según nuestra manera de ver las cosas) en lo que hacen, generalmente es debido a la estupidez, ignorancia o a un trastorno emocional, y por lo tanto deberíamos ser tolerantes con su comportamiento.”

“El 99 por ciento de la infelicidad que experimentamos no está causado por los aspectos desagradables de los acontecimientos de la vida real, sino que lo crean internamente las cosas que nos decimos a nosotros mismos respecto a esos acontecimientos. Nosotros sólo podemos controlar los acontecimientos externos hasta cierto punto, pero podemos aprender a controlar –casi por completo- nuestras respuestas internas a esos acontecimientos.”

“[La preocupación] no impedirá que sucedan las cosas. En algunos casos, incluso hace que sea más probable que sucedan, y en otros quedamos tan agotados que cuando sucede esa cosa mala somos menos capaces de enfrentarnos a ella y solucionarla que si no nos hubiéramos preocupado tanto. Además la mayoría de las cosas por las que nos preocupamos no suceden nunca y, si lo hacen, no son tan malas como habíamos esperado. […] Deberíamos luchar para que dejaran de ser peligrosas y manejarlas con éxito cuando se presenten, pero el preocuparse excesivamente no sirve de nada. Incluso si sucede lo peor, deberíamos considerarlo de manera realista como un acontecimiento desagradable, y seguir adelante a partir de ahí. Tenemos que dejar de decirnos que cada problema es algo terrible y que es el precursor del fin del mundo, porque no lo es.”

“Podemos ejercer gran cantidad de control, de muchas maneras, sobre nuestros sentimientos. Si trabajamos en ello, especialmente por medio del pensamiento racional, podemos aprender a controlar nuestras emociones en lugar de que sean ellas las que nos controlen.”

C. Eugene Walker: Aprenda a relajarse (Ed. Amat)